Todo comenzó a complicarse para Hurrem, como suele suceder siempre que Suleiman parte hacia la guerra y ella queda sola.
En esta ocasión el problema es que no hay oro para pagar el sueldo de las siervas del harem y comienza a formarse un gran descontento.
Es por eso que finalmente al no encontrar una solución mas precisa decide pedir un préstamo a la mujer judía Raquel, quien le ofrece el dinero para solucionar este problema. Aquí es cuando intercede Sharazad y averigua el monto que entregará.
Cuando Sumbul esta viniendo con el oro hacia el palacio lo interceptan ladrones y se quedan con todo.
Hurrem al enterarse no puede creerlo y peor aun las siervas comienzan a molestarse por esto. Sharazad aparece con el dinero y paga los sueldos, pero claro, es muy obvio todo y Hurrem pide que se le devuelva el dinero.
Aparece la mujer judía recomendando a otra persona que puede ofrecerle el dinero pero pide garantía. Para ello entrega la escritura de una de sus propiedades.
Sharazad se aviva de esto y le paga el oro a esa mujer y se queda con la garantía.
Hurrem furiosa manda hombres para que vayan a quitársela y lo logra, pero el papel que tiene no es el que buscaba.
Ahora Sharazad le contará al Sultán lo que hizo Hurrem.
Pero ¿qué hará Suleiman?
Mientras está en Edirne manda a llamar a Hurrem para que vaya a hablar con él.
Suleiman no puede creer que Hurrem haya aceptado el oro de una persona extraña que pertenece al clan enemigo y no a su hermana.
Esto lo toma como una ofensa y sospecha que se vió involucrada en el atentado a Sharazad aunque esta lo niegue.
Por lo tanto, decide que ella se quede en ese palacio y mantenga distancia por un tiempo.