Sin duda, el Imperio Otomano ha sido uno de los más temidos regímenes que han dominado buena parte del mundo. Su líder y Majestad indiscutido, El sultán Suleimán fue reconocido por sus hazañas y conquistas militares con amplio conocimientos en su liderazgo que ha sabido plasmar en la historia de la dinastía otomana.
Sin embargo, no solo estaba muy ocupado con su gran responsabilidad de dirigir el imperio sino también su agitada vida personal requería de él mucho tiempo. Aún por encima de las tradiciones y costumbres formó su familia con la sultana Hurrem tomándola como esposa, y además las otras mujeres que le dieron sus propios hijos o los príncipes y futuros herederos.
A todo esto le sumamos que se destacaba en muchas actividades que lo hacían el más grande del imperio, él se dedicaba a la orfebrería. Según nos relata la historia fabricó grandes obras y las dejó en el palacio de Topkapi. Una actividad que tenia que ver con un arte y una excelente técnica de diseñar objetos artísticos con oro, plata u otros metales preciosos.
Pero… ¿Qué necesidad tenia el Sultán de dedicarse a fabricar estas cosas con su ocupada vida en el palacio?
Es interesante notar que el pueblo otomano exigía de sus futuros monarcas que además de profundizar en el arte militar, de como gobernar debidamente al imperio, también debían prepararse y aprender a dominar un oficio. De hecho, se dedicó en forma completa a diseñar preciosas joyas por ser muy bueno en lo que hacia.
Especialmente sus mujeres o entorno familiar disfrutaban de muchos de sus trabajos, porque los mismos adornaban sus manos con los anillos y sus cuellos lucían elegantemente con hermosos collares.
Su destacada capacidad como orfebre hizo que trascendiera en la historia e hizo posible que muchas de ellas quedasen expuesta en un Museo de Estambul.